Ottilie era una joven prostituta de Port-au-Prince. Era la más guapa y alegre de todas, de ojos azules y piel clara. Sus dos amigas más íntimas del burdel, Baby y Rosita, le tenían envidia sana y le hacían muchos cumplidos, ya que no había otra muchacha con clientes tan asiduos como ella. "Le gustaban los cumplidos más que la carne de cerdo o los perfumes."
Las chicas solían ir a las peleas de gallos de los carnavales del pueblo, y esa vez, Ottilie fue con ellas. Allí conoció a Royal, un joven al que reconoció de inmediato como un montañés. En el descanso, Royal se le había acercado y, acompañados del gallo de este, habían salido a dar un paseo por el bosque. Ottilie se enamoró de Royal y Royal se enamoró de Ottilie, así que la joven abandonó el burdel y se fue con él. Las demás muchachas tenían la esperanza de que en poco tiempo la niña volviese.
La casa de Royal era como una casa de flores, así la describió Ottilie, pero había algo insoportable allí dentro: la Vieja Bonaparte. La abuela de su amado era una bruja (literalmente) que no dejaba tranquila a la muchacha, siempre entrometiéndose en la vida de esta y haciendo todo cuanto podía por arruinarla, pero Ottilie se vengó. Incluso después de muerta, la vieja la había maldito haciendo que tuviese pesadillas y presentimientos extraños: "Ottilie, señalando el ojo de la Vieja con el dedo, le preguntó a Royal si él también lo veía."
Los dos jóvenes vivían felizmente enamorados, pero Royal comenzó a hacer todas esas cosas que hacían los hombres que él no había hecho hasta entonces por estar con Ottilie, como estar hasta altas horas de la madrugada tomando cerveza en algún lugar del pueblo.
Una noche, Ottilie le contó a Royal cómo se había vengado de la Vieja Bonaparte, y a juicio de este, la joven merecía un castigo para que la maldición la dejase vivir tranquila. Así se empeñó a atar a su amada a un árbol para que todo el mundo supiese que algo había hecho mal y hacer el ridículo. Ese mismo día, mientras Royal estaba fuera, aparecieron allí Rosita y Baby para convencer a la ex-prostituta de que debía volver con ellas, donde era feliz, pero esta se negó rotundamente.
Cuando cayó la noche y Royal volvió a casa: "Ottilie aún atada al árbol, dejó caer la cabeza como muerta y puso los ojos todo lo en blanco que pudo dándole así un susto de muerte a su amado."
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