
Alicia, sola, se vuelve a encontrar de casualidad con el Conejo Blanco, que alterado y nervioso con su constantes prisas, la confunde con su criada Mary Ann. Finge ser ella y obedece al conejo en sus órdenes: ir a su casa y cogerle unos guantes y un abanico. Llegó a una casa con un letrero donde se podía leer "C. BLANCO", y entró. Allí cogió lo que el animal le habiá pedido, pero una vez más, Alicia encontró una botellita que esta vez no tenía etiqueta alguna, pero que igualmente se bebió por curiosidad. El líquido que había dentro de la botella la hizo crecer y crecer hasta quedar encerrada en la casa con un brazo saliéndole por una ventana.
Cuando el conejo llega reclamando la tardanza de su abanico, queda atónito de ver semejante situación dentro de su propia casa. La multitud que va llegando propone soluciones e ideas para sacar a la niña de ahí, hasta que se les ocurre lanzarle panecillos mágicos para que poco a poco vaya menguando. Una vez fuera dela casa, la niña huye y se adentra en el bosque. Allí encuentra un cachorro, y poco después, una oruga fumando encima de una enorme seta.
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